sábado, 1 de octubre de 2011

EMMA SHAPPLIN en Teatro Gran Rex: Ciudadana del Mundo



La artista que nos ocupa en esta oportunidad tiene, aunque casi nadie lo sepa, una lejana vinculación con el Heavy Metal: en su adolescencia, fue la cantante de una banda del estilo, conformada por antiguos compañeros de colegio. Hoy en día, y desde mediados de la década del 90', esta fascinante soprano nacida en Savigny, al sur de París, es una de las voces más reconocidas y respetadas del orbe. Ha paseado su gracia, su arte y su exquisita voz por los escenarios más increíbles del planeta: la Acrópolis y la Arena Olympia de Grecia, el Palacio del Kremlin en Moscú, la Opera House de Singapur, la Arena de Cesárea en Israel, el Teatro Carré de Holanda, en un Mausoleo Romano cerca de Belgrado, en un inmenso templo en Bali, a las orillas del Mediterráneo en Túnez, o en el Principado de Mónaco. Impresiona su currículum, tanto como su voz.

En el marco de la gira presentación de su más reciente álbum, "Macadam Flower", editado en 2009, entregó su presencia en Argentina por segunda vez, en este caso para cuatro shows en distintas ciudades: dos en Córdoba, uno en Tucumán y éste del martes 27 en el Teatro Gran Rex.

Arribamos a este tradicional -y arquitectónicamente imponente- reducto capitalino a eso de las 20:45 hs., ingresando de inmediato y notando que las instalaciones se encontraban aún semivacías, hecho que se iría corrigiendo sin prisa ni pausa, para completar las 3.300 localidades del lugar alrededor de las 21:30 hs.. El tipo de público: variado, amplio en edades y sin responder a demasiadas identificaciones con tribus urbanas ni nada por el estilo. O sea: bien diferente a lo que estamos acostumbrados a ver.

Siendo las 21:40 en punto, dió inicio al espectáculo. Cabe destacar que ya veníamos observando los instrumentos dispuestos sobre el escenario, ante la ausencia de telón: la batería a la derecha del mismo, y un piano de color bordó y los teclados, a la izquierda. No había ninguna escenografía en el lugar, tan sólo el telón de fondo. Las luces se fueron apagando desde todos los sectores, excepto la de arriba del tablado, para así ir entrando en clima.

El sonido no fué el correcto durante la interpretación del primer tema, "Un' Sospir' di Voi", especialmente por el lado de la guitarra de Nicolas Duc; hecho que comenzaría a mejorar a partir de la interpretación del segundo título, "Leonora".

El primer gran estallido del público vendría con el gran hit de la francesa, "Spente le Stelle", incluído en su álbum debut, "Carmine Meo", su registro más conocido en Argentina. Digamos que el posterior material de EMMA no ha contado con otra tan tremenda canción para ser usada como caballito de batalla...
El concierto fue avanzando y así fuimos escuchando "Reptile", "Fifth Heaven", "Da me non Venni" y "The Hours on the Fields", lo más parecido a un hit conque cuenta "Macadam Flower".

La vocalista mostraría a lo largo de su hora y media de actuación, tres cambios de vestuario: vestido largo color rojo, vestido largo color blanco y un trajecito de tonos oscuros con calzas. La francesa es una artista total, muy cuidada en su aspecto, en su vestuario y en la imagen que entrega a sus incondicionales fans, quienes la aplaudieron a rabiar en todo momento, aunque solamente explotarían totalmente con los tres grandes himnos de la discografía de EMMA: el aludido "Spente le Stelle", "Cuerpo sin Alma" (también incluído en "Carmine Meo") y "La Notte Etterna", canción que pertenece a su segundo álbum "Etterna", editado en 2002.

El espectáculo siguió adelante con "Sur L'Eau", "My Soul", la referida "Cuerpo sin Alma", "White Sail", "Jealously Yours" y "La Notte Etterna". La magnífica voz de EMMA se mantuvo perfecta, inmaculada, sin fisuras de ninguna índole. Una cantante excepcional.

Respecto al desempeño de sus músicos, las labores no fueron todo lo parejas que hubieran sido de desear. Los mayores palmarés se los llevó el baterista Fabrice Lacroix, quien mostró una excelsa capacidad tras los parches, a lo largo de todo el show. El bajista Alain Blaise Cantarell también aprobó su examen con creces. Pero las performances del guitarrista Nicolas Duc y del tecladista Marwen Kammarti no fueron las ideales: ambos cumplieron durante los pasajes eléctricos del concierto, pero defeccionaron -bastante, si tomamos en cuenta la valía internacional de este evento- en las canciones más intimistas y acústicas.

Los coros estuvieron divididos en dos secciones: uno de tres voces femeninas al frente, integrado por Inés Willis, Pilar Noseda y Florencia Labougle; su trabajo fue lucido y muy efectivo. No sólo aportaron grandes vocalizaciones, sino también una animada coreografía. Por detrás de ellas, aparecía un coro de quince integrantes (nueve femeninos y seis masculinos) oriundo de la ciudad de Mar del Plata: el Coro Cantántidra. Su labor sumó calidad y ambientación al show.

El párrafo final de los acompañantes de EMMA queda para el bailarín Jaime Flor Molina. Correcto en su accionar, mantuvo en varias canciones una interacción con la artista principal, aportando evoluciones por todo el tablado y una coreografía, en líneas generales, muy física. Pulgar hacia arriba para él.

La oriunda de Savigny se mostró muy amable con sus seguidores, aunque no muy locuaz: se limitó, en líneas generales, a agradecer con escuetos "mercis" y a presentar la siguiente canción. Habló muy poco en español, casi siempre lo hizo en su idioma natal. Y el repertorio abarcó mayoritariamente composiciones en italiano, inglés y francés.

El juego de luces no pasó de la discreción, ni tampoco hubo demasiados efectos sobre las tablas: la voz de SHAPPLIN no necesita mayormente aditamentos. Como dato curioso, la soprano interpretó un par de piezas subida en una especie de cubo.
Los espectadores se mantuvieron fieles a la artista a lo largo de los noventa minutos de recital, hasta los tres bises de cierre: "Aedeus", nuevamente "Jealously Yours" (una de las composiciones más festejadas de "Macadam Flower") y otra vez "La Notte Etterna". Aplausos finales, bastante emoción de parte de todos -especialmente notamos la de EMMA, pero sin enloquecer-, regalo de un ramo de flores de parte de la producción y de algún otro, más pequeño, de parte del público.

El desagote del Gran Rex fue tranquilo, veloz y en estricto orden. Nos alejamos en la noche de martes capitalina con la satisfacción de haber asistido a un gran concierto de calidad internacional, brindado por una de las mejores y más reconocidas voces del mundo. Que sus nuevas canciones no son tan gancheras y entradoras como las viejas? Y si, puede ser, pero la enorme calidad de su voz y sus innegables dotes de artista total, alcanzan y sobran para superar ese pequeño detalle...

Comentó: Gustavo Larrañaga, para OXIDO.- 

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